viernes, 22 de abril de 2022

Otro ayuno

 A mis Putas

 

 Más allá de algunas letras altisonantes, o de esos estériles discursos remanidos, de cierta nostalgia cuando me acuerdo de mis putas, me pregunto: ¿Qué hago yo en esta jaula de alambre? ¿Dónde está aquello que fue claro y transparente? ¿O por qué viene hoy a mi mente la reiterada presencia de María Magdalena? Una sensación onírica de lo sublime invade mi entorno en estas primeras horas de ayuno. ¿Dónde y cuándo fue el primer encuentro que tuve con mi eterna? ¿Ella existe en el mundo real o es parte de un sueño? No hace falta el ayuno para acercarse a la luz o a la locura, más aún cuando esta jaula parece disolverse ante una simple melodía de jazz que suena de fondo.
Ante estas vagas digresiones, salgo a caminar las
avenidas nocturnas para despejar la mente y aturdirme entre el tránsito, las bocinas y los semáforos; cae una lluvia lenta y los paraguas danzan hacia uno y otro lado, no me importa a donde me lleven estos caminos. Marzo ha sido duro y abril tampoco pinta bien. He perdido de forma inexplicable una amada fotografía y una moneda innombrable. Abril no pinta muy bien que digamos. La lluvia ahora se detuvo, los paraguas de los transeúntes se convierten en estorbo y muchos terminan olvidados.
El ayuno por supuesto, no me convierte en santo ni en anacoreta, bien poco me importa todo ese asunto, por ahora sólo siento un poco de hambre que ya he aprendido a soportar, y además cierta modesta tranquilidad en mi espíritu.
Sigo mi caminata y francamente ya no sé bien dónde estoy, esto me retrotrae a un pensamiento recurrente; "perderse es el fin más noble al que puede aspirar un ser humano", y este pensamiento me reconforta.

 

 

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