viernes, 25 de noviembre de 2022

Epitafio para un poeta fatigado



Ya quiero matar lo que queda de este día,
y dormirme abrazado a la muerte.

A estas horas
la poesía es un veneno delicioso,
pero terminar este poema
va contra todo pronóstico,
porque siento que en esta noche
un dolor verborrágico
se manifiesta en mi cintura,
y que mi vejez se va acercando
silenciosa como serpiente,

Los recuerdos van surgiendo con fluidez,
ese perro que corría tras la bicicleta,
el cura de los pobres
dando la misa en su capillita junto a los baldíos,
y el zanjón de aguas claras repleto de renacuajos,

Abrazarse a la muerte reconforta,
es una caricia que calma el deterioro,
es como si ese final deseado
anulara todas las miserias.

Esta noche,
me he quedado sin aliento,
y sin embargo
me siento dionisíaco,
porque su oscuridad
proviene de lo caótico.
Entonces imagino danzas paganas,
y un coro de aves exóticas
que saludan a un Nietzsche victorioso,
victorioso aún en su derrota.

Esta noche
pienso en la muerte del chamán,
en la muerte del samurái,
y en la muerte del equilibrista.

Se aproxima el final de la contienda,
y entonces agrego este breve epitafio:

"Aquí me encuentro muy cómodo; por favor, no me vengan con eso de la reencarnación".



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