A Yukio Mishima
Después de que todo desvanezca, cuándo el sopor decadente nos envuelva, y en el instante preciso en que las aves del inconsciente levanten vuelo...Yo, estaré lúcido y acechante; íntegro, y en pie de guerra.
¿O no es aquella nube el gris presagio que divisaron los espartanos?
La tarde se extiende sobre este campo de amapolas, donde otrora jugábamos descalzos; mientras debajo descansaban los cadáveres, aludíamos a la fertilidad de esos campos de batalla.
Vislumbro resplandores atávicos
arcaicas contiendas tribales,
ver la cabeza del rival
rodando febril, mágica y luminosa.
Esta tarde, sublime diría...
Roja de fuego iniciático,
se acrecienta en su transcurrir,
fascinante y altiva.
Épica embriaguez,
que a la siesta despertaba,
lidiando desnudos y viriles,
provocando el bullicio de la sangre
y un enmarañado crujir en las entrañas.
Esta tarde, exquisita diría...
Irradia su resplandor omnipresente,
su esquizofrenia sutil,
su lenguaje marcial,
su inevitable derrota,
su heroico desenlace.
¿O no es aquella nube el gris presagio que divisaron los espartanos?
La tarde se extiende sobre este campo de amapolas, donde otrora jugábamos descalzos; mientras debajo descansaban los cadáveres, aludíamos a la fertilidad de esos campos de batalla.
Vislumbro resplandores atávicos
arcaicas contiendas tribales,
ver la cabeza del rival
rodando febril, mágica y luminosa.
Esta tarde, sublime diría...
Roja de fuego iniciático,
se acrecienta en su transcurrir,
fascinante y altiva.
Épica embriaguez,
que a la siesta despertaba,
lidiando desnudos y viriles,
provocando el bullicio de la sangre
y un enmarañado crujir en las entrañas.
Esta tarde, exquisita diría...
Irradia su resplandor omnipresente,
su esquizofrenia sutil,
su lenguaje marcial,
su inevitable derrota,
su heroico desenlace.
Collage: Horacio Moschini
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