domingo, 30 de agosto de 2020

Helicobacter pylori

A Fernando Noy 

 

 

Suprema entidad microscópica
que anidas en mi epitelio gástrico
y te atornillas cual bendito tirabuzón
a la mística profundidad de mis entrañas.

Santificado sea tu nombre,
helicóptero papal pylorizado,
Pylori, Pylorus, Piloratius ad aeternum.

Épsilon-proteo-bacteria, teológica y proctológica,
inspiración anal que ha tomado forma humana
y viene a ungir
con óleos inmaculados
las paredes pontificias de mi recto.
 
Confieso Helicobacter,
mi desenfrenado deseo
de autoflagelarme con tus espiralados tentáculos
y entregarme al santo espíritu viril de tu amoníaco,
no evitaré el ají picante en mi última cena
ni permitiré que los inquisidores te ataquen con antibióticos.

Castígame Helicobacter,
por mi lujuria vaticana,
de rodillas me someto,
de rodillas te suplico;
conviérteme a la fe de tus virtuosas úlceras.

Y así sea y siga siendo…
Por los siglos de los siglos. 

 


1 comentario:

  1. Oh Helicobacter! Entre el café y el picante
    el antibiótico
    queda vacante

    ResponderEliminar